Este año la organización de Biosegura 2017 ha decidido
galardonar a alguien cuya faceta más admirable es su capacidad para pasar
desapercibido. Y eso que le vemos continuamente: ya estemos tomando un café,
paseando por Valparaíso, echando una cerveza o asomados a la ventana, es
difícil no cruzarse con él vestido con su clásico atuendo sencillo y sin
pretensiones. Como mucho en primavera le vemos con una corbata negra como
complemento a su permanente chaqueta marrón, a veces dejando ver algún retazo
blanco. Podrían pensar que tanta discreción va asociada a una timidez
patológica. Nada más lejos de la realidad. Habla por los codos. Lo difícil es
verle callado. Por eso, y puede que por la monotonía de su discurso, también
nos hemos habituado tanto que ni nos percatamos. Pero si ponemos atención hay
que reconocer que posee un discurso más enriquecedor que el de los tertulianos
de televisión. Supongo que a estas alturas ya sabrán de quien hablamos.
Efectivamente. Este año el premio Biosegura 2017 recae sobre el gorrión común.
PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DEL REPRESENTANTE DEL GORRIÓN
COMÚN
Mis queridas máquinas de producir desperdicios más o menos
aprovechables:
Dejaré de lado la modestia, pues verdaderamente merecemos
este premio. Desde que amanece y comenzamos nuestra algarabía os estamos
observando atentamente desde los canalones, ventanas, tejados, rejas, postes,
árboles de vuestro pueblo. Todos los días del año, a todas horas, esperando el
momento en que sacudís el mantel, se os cae la tostada, sacáis al desdichado
canario (al que consolamos por su cautiverio mientras le quitamos un poco de
alpiste) o le echáis migas de pan a esas tontas y engreídas palomas. Nos
encantan vuestros gallineros, graneros y viveros, en los que jugamos al
escondite y ponemos a prueba vuestra inventiva, y nos divertimos al veros
enfadados sólo porque reclamamos un pequeño diezmo. Y es que a veces se os
olvida que os hemos acompañando desde que a un antepasado vuestro se le ocurrió
la genial idea de la agricultura y os dio por almacenar excedentes y comida.
Desde entonces hemos ido con vosotros a todos los lugares del Mundo. No dudéis
de que también iremos con vosotros a Marte. Puede que penséis que somos unos
caraduras y que no os damos nada a cambio, y eso es porque no sois capaces de
computar el gran beneficio que os proporcionamos. Tampoco lo vio Mao Zedong en
1958 y casi nos extermina en China acusándonos de plaga, pero las auténticas
plagas llegaron después destruyendo las cosechas. Porque aunque nos veáis
siempre afanados con el grano y las migas de pan también comemos insectos, de
esos que os molestan tanto (por cierto ¿hay algo que no os moleste?).
Y a pesar de todo el bien que os hacemos y de nuestra
habilidad las cosas no van bien para nosotros, sobre todo en vuestras
aglomeraciones más grandes. Allí nuestros primos nos cuentan que el aire es
irrespirable, que hay tanto ruido que se quedan afónicos de piar tan fuerte
para escucharse unos a otros, que de noche no hay quien pegue ojo pues
ilumináis como si fuera de día, que al final acaban más estresados que vosotros
mismos con vuestro absurdo ritmo de vida, que cada vez tienen menos polluelos y
al final la muerte les sorprende antes. El cielo de vuestras grandes ciudades
se está quedando tan vacío de pájaros como de estrellas. Esperamos que por los
pueblos no llevéis el mismo camino. ¿Sois capaces de imaginar vuestra vida sin
nuestro alegre jolgorio? Un pueblo sin nosotros es como un parque al atardecer
sin niños jugando. Aunque no lo admitáis somos bellos. Ya sé que no somos los
reyes de la pasarela ni del escenario. No lucimos vistosos plumajes ni somos
grandes cantores. Entendedlo como una estrategia de supervivencia para no
acabar encarcelados, aunque quién os dice que no reservemos nuestros mejores
trinos para susurrarlos en la intimidad de nuestros nidos.
Y por favor, dejaros de dietas, comed mucho pan y sobre todo
sacudid los manteles por la ventana. A unos trocitos de jamón tampoco les
haremos asco.
0 comentarios